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Opinión

En 2022 continuará la recuperación lenta y gradual de la economía

Por: Carlos Serrano Herrera Swipe

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| Buen año, pero insuficiente

En 2020, la economía del país experimentó la contracción más severa desde que se tienen estadísticas: una caída de 8.5%, que se debió a la pandemia de Covid-19, pero también a la ausencia de respuestas de política pública para mitigar los efectos de la crisis y a la lamentable política sanitaria adoptada para hacer frente a la emergencia de salud.

El colapso se dio en el segundo trimestre del año, cuando se observó una contracción simultánea de la demanda y oferta agregadas, sin precedentes. A partir del tercer trimestre comenzó un proceso de recuperación lento e incompleto. Lento, porque el ritmo de recuperación es menor al que ostentan otros países de nivel de desarrollo similar. Incompleto porque todavía no se logra recuperar el nivel de PIB que se tenía al cierre de 2019. Al momento de escribir estas líneas, el consenso de analistas es que el crecimiento de 2021 será de 5.9%, en línea con el 6% que tenemos en BBVA. Ello implica que al cierre de 2021 la economía todavía estará 3% por debajo del nivel que alcanzó en 2018 —y hago referencia a 2018 y no a 2019 porque es preciso recordar que en este último año la economía no creció. Para 2022, nuestro pronóstico de crecimiento es de 3.2%, algo por encima del consenso de analistas, que es de 2.8%. De materializarse estos pronósticos, al fin de 2022 la economía del país apenas estará ubicándose 0.3% por debajo del nivel previo al inicio de la pandemia.

| La pandemia y sus consecuencias

Es más relevante la comparación con el nivel de producto que la economía habría tenido de haber seguido creciendo al ritmo que lo hacía antes de la crisis sanitaria. En estos términos, y con base en los pronósticos ya mencionados, al cierre de 2022 la economía será 6% más pequeña que el nivel correspondiente a la tendencia que observaba previo a la pandemia.

La recuperación se ha visto obstaculizada por los cuellos de botella en el suministro de insumos y bienes finales que afectan las cadenas de valor globales y el comercio internacional y que han resultado en presiones en los precios de diversos bienes. Debido a su fuerte vocación manufacturera y exportadora, México se ha visto afectado por estos problemas. En particular, la industria automotriz opera a un 65% de su capacidad instalada.

Estos cuellos de botella se explican fundamentalmente por factores asociados a la pandemia. Primero, porque las restricciones de distanciamiento social han resultado en que puertos, embarcaciones y transportes de carga operen a una capacidad limitada. Segundo, porque la crisis sanitaria resultó en un cambio significativo en los patrones de consumo de los hogares, que demandaban menos servicios y más bienes. Esto se ha traducido en un exceso de demanda por bienes con relación a la capacidad de la oferta, lo cual ha generado presiones en los precios. Una vez que la pandemia esté bajo control, los cuellos de botella deberán empezar a resolverse y las presiones en precios comenzarán a ceder. La gran interrogante es cuándo ocurrirá este fenómeno: mientras más tarde en resolverse, peor será el desempeño económico el año próximo.

| 2022 un año de oportunidades

Finalmente, otro tema a seguir en 2022 será la inflación, que ha mostrado niveles muy elevados en los últimos meses. Como mencioné, los aumentos en precios obedecen, en gran medida, a factores relacionados con la pandemia y, una vez que esta sea controlada, los precios dejarán de aumentar a estos ritmos. Creo que no veremos una espiral inflacionaria y la inflación comenzará a descender hacia el rango objetivo del Banco de México a partir del segundo trimestre del año. Por ello, no creo que veamos muchas más subidas a las tasas de interés. Aquí, el factor de riesgo es que la Reserva Federal de Estados Unidos comience a subir las tasas antes y a mayores ritmos que lo esperado.

El 2022 debería de ser un año de grandes oportunidades para la economía del país, pues veremos cómo las empresas reubican sus cadenas de proveeduría más cerca del mercado estadounidense. Ello implicará menos inversiones en el este de Asia y más en América. México debería de ser el país del mundo más beneficiado por este proceso. Pero las inversiones no vendrán, si no se hace la tarea: reducir la incertidumbre que se ha gestado en los últimos tres años, atender las necesidades de energías limpias de las manufacturas globales y de los principales mercados destino de nuestras exportaciones, y fortalecer el Estado de Derecho, la gran asignatura pendiente del país. AN

 

Doctor Carlos Serrano Herrera es economista jefe de BBVA México

 

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