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Reportaje

La infraestructura genera bienestar para los más vulnerables

La COVID-19 ha tenido profundas repercusiones para las personas, las empresas y las economías de todo el mundo. La inversión en infraestructura será pieza importante para la recuperación. Sin embargo, la escasez de recursos obligará a los gobiernos a gastar en los proyectos adecuados. Sobre este tema platicamos con Eduardo de la Peña, socio líder de Infraestructura en Deloitte México.

Por: Ulises Navarro Swipe

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AN | Eduardo, ¿qué podemos esperar para este año en materia de proyectos de infraestructura?

Desde que asumió la presidencia del país, la administración actual se ha centrado en los megaproyectos [el Tren Maya, el corredor del Istmo, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinería de Dos Bocas], pero si se continúa con esta tendencia, lo que veremos este año es que la pequeña y mediana industria, que vive de obras de infraestructura menores, seguirá sufriendo.

El gasto, el avance y la adjudicación en el Tren Maya han sido muy transparentes, pero no ocurre lo mismo con Santa Lucía y Dos Bocas, proyectos en los que se sabe poco de los avances. Desafortunadamente, el Tren de Guanajuato, otro megaproyecto, fue cancelado por falta de presupuesto. Creo que los megaproyectos seguirán, pero todo indica que no habrá una cartera fuerte de proyectos pequeños o medianos que ayuden a levantar la industria.

Las iniciativas con el sector privado que el presidente López Obrador anunció el año pasado son apenas ideas.

AN | ¿La infraestructura genera beneficios sociales?

Efectivamente. No hay país que haya logrado crecer económicamente y mejorar la calidad de vida de su población sin invertir en infraestructura. Uno de los pilares de la competitividad es la infraestructura, pero también es una herramienta de política pública y social. La población menos favorecida, sin duda, se ve impactada por la falta de infraestructura. Hay ejemplos notables ahora que estamos en pandemia: la falta de cobertura nacional para el acceso a internet está afectando a los que menos tienen y eso hará crecer el rezago educativo.

El transporte es otro ejemplo. Al no haber medios de transporte eficientes y baratos, la gente gasta mucho tiempo y dinero en desplazarse para ir a trabajar, buscar trabajo o vender mercancía. El incendio del Centro de Control del Metro dejó a muchísima gente varada y ocasionó un caos de desplazamiento.

Los gobiernos tienen que invertir en infraestructura no solo porque es un pilar de la competitividad y desarrollo económico, sino por su beneficio social.

En el ranking del Foro Económico Mundial, ocupamos el lugar 54 en materia de infraestructura, mientras que por tamaño de nuestra economía tenemos el lugar número 15, y en competitividad nos ubicamos en el sitio 48. Estos números están relacionados con la calidad y la cantidad de infraestructura.

Si analizamos las carreteras, hace falta construir cientos de miles de kilómetros para conectar muchos polos, pero la calidad es relativamente decente en algunos tramos. México también está bien calificado en conectividad aeroportuaria, pero eso es básicamente porque hay muchas rutas. Sin embargo, estamos mal calificados en calidad y eficiencia del servicio. En materia de electricidad, creemos que somos un país privilegiado porque el 97% de la población tiene luz; sin embargo, la calidad del suministro es mala y el servicio no es barato.

“La inversión en infraestructura en México ha disminuido sensiblemente durante los últimos diez años”.

Eduardo de la Peña

Socio líder de Infraestructura en Deloitte México

AN | ¿Qué porcentaje del PIB debería asignarse a proyectos de infraestructura?

Lo mínimo sería un 3% del PIB, y lo óptimo para mantener el crecimiento y la competitividad sería entre 5 y 6%. China, por ejemplo, anda entre 6 y 7%.

Se estima que el año pasado México invirtió alrededor de 3% en infraestructura, pero no creo que en 2021 esa cifra se incremente. La inversión en infraestructura ha disminuido en los últimos diez años y lo más que se ha invertido ha sido en el orden del 4%.

El gobierno no puede crear toda la infraestructura que necesita. Alrededor del 20 o 25% de las inversiones en infraestructura provienen del sector privado. En países más competitivos, la iniciativa privada invierte entre 40 y 45%.

Para que el sector privado invierta en infraestructura se necesita confianza en el sistema y en la legalidad de las instituciones, y claridad en los proyectos que serán prioridad y en los que podrían participar las empresas privadas. Si las prioridades no son claras, el sector privado buscará  los proyectos más rentables financieramente y se podría caer en que la política pública de infraestructura termine siendo dictada por las empresas privadas. Esto generaría propuestas y proyectos rentables financieramente, que tal vez no sean los que el país necesita para entregar un beneficio social.

Entonces, se necesita transparencia y confianza en la legalidad y claridad en las prioridades y en la cartera de proyectos. Además, se requiere de una buena gestión de la infraestructura, para planificar, asignar y llevar adelante infraestructuras públicas de calidad.

AN | ¿Hay una lista de prioridades en infraestructura?

Imagina que las infraestructuras son las partes de un ser humano. ¿A cuál le darías prioridad en su cuidado? ¿A tu cerebro? ¿A tu sistema nervioso? ¿A tus músculos o a tus huesos? Tienes que cuidarlas todas. A lo mejor tienes que reforzar tus cuidados en alguna parte más descuidada, pero si no cuidas todo, cuando a la larga falle alguna parte, todo tu organismo se vendrá abajo.

Históricamente, México ha invertido más en transporte y energía. Pero ahora, con la pandemia, quedó demostrada una carencia enorme de infraestructura hospitalaria. También existe una brecha enorme de infraestructura de agua. Políticamente, la inauguración de una carretera es vista como un gran logro, pero no sucede lo mismo con un ducto de agua que pasa por debajo de una ciudad.

Yo creo que hay que invertir en todo tipo de infraestructura, pero primero hay que plantearse qué tipo de país queremos ser. Si queremos ser una potencia turística, hay que invertir en conectividad, transporte y servicios. Si queremos ser un país manufacturero, invirtamos en energía barata, en gas. Si queremos ser un país con equilibrio territorial, para que haya muchos crecimientos económicos locales, entonces tenemos que conectar regiones y favorecer a aquellas que aún no están conectadas.

“Debemos invertir en todo tipo de infraestructura, pero primero hay que definir qué tipo de país queremos ser”.

Eduardo de la Peña

Socio líder de Infraestructura en Deloitte México

AN | ¿En México contamos con una estrategia largo plazo?

No, la mayoría de los proyectos son sexenales. En mi trabajo anterior colaboré con el área de carreteras [del gobierno], para diseñar un plan de construcción de equis número de carreteras. Cuatro años después regresé a evaluar cuál era el avance del proyecto y se habían construido muchos más kilómetros de los planeados. Pero el plan que habíamos definido en un principio cambió totalmente por presiones políticas. Me di cuenta que la cartera de proyectos se moldea a la necesidad del momento político.

¿Cómo se puede resolver esto? En mi opinión, creando un instituto de planificación de infraestructura transexenal. Muchos países lo han hecho y han tenido buenos resultados: se define una estrategia de largo plazo y un objetivo común y se va revisando cada sexenio.

Hace cuatro años tuve la oportunidad de platicar con el jefe del gabinete del primer ministro de Singapur y me platicó que sus planes eran a cinco, 20 y 50 años. Por ejemplo: se enfocaban en el crecimiento económico a cinco años. A 20 años establecían un plan demográfico para cubrir las necesidades de una población ya envejecida; y a 50 años planeaban la identidad del país: ¿en qué se convertiría Singapur dentro de 50 años?

En tiempos de crisis, en lugar de recortar es momento de invertir en infraestructura. Se necesita un plan agresivo para reactivar esta industria, porque es un mecanismo de reactivación económica enorme y también ayuda a generar bienestar y equidad. Al haber mejores servicios, se favorece a los más vulnerables. AN

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