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Tremendo cortocircuito

No me refiero a la situación que experimentaban cientos de miles de usuarios en Campeche, Quintana Roo y Yucatán, hace unos días, cuando se quedaron sin suministro de energía eléctrica. Aun reconociendo lo lamentable de dicha situación, el restablecimiento de la energía fue rápido, muy rápido, si hacemos una analogía con lo que ha provocado, primero, la pandemia de la COVID-16 y, después, la guerra en Ucrania.

Ambos fenómenos gestaron el mayor cortocircuito de nuestros días: el rompimiento del flujo económico entre naciones, empresas y personas físicas está llevando al mundo moderno a enfrentar problemas, o bien poco conocidos, o que no recibieron la adecuada atención previamente a su aparición.

Sobre la pandemia mucho se ha escrito y, si bien los índices de mortandad se han reducido, lo cierto es que ahora estamos enfrentando la quinta ola, en otros países la sexta… en fin, esta mugre presenta más olas que el océano Atlántico enardecido. Por lo que no ahondaré más en el tema.

Lo que si merece total atención son las tremendas consecuencias que ha propiciado la guerra en Ucrania. Sobre las mismas, nuestro experto colaborador Gerardo Yong presenta en esta edición un muy revelador reportaje.

Un pequeño bosquejo es lo que el propio Banco Mundial señaló, hace unas cuantas semanas, alertando de que la guerra en Ucrania causará la mayor escasez de materias primas desde la década de 1970. De igual forma, previno sobre una de las peores crisis energéticas en Europa. No olvidemos que Rusia produce el 11% del petróleo del mundo y aporta el 40% del gas de la Unión Europea.

Este conflicto, aunado al desequilibrio en términos de producción y logística, experimentados como consecuencia de la pandemia, están llevando a propios y extraños a enfrentar una situación inflacionaria que parece no tener fin. Incluso, pese a las constantes subidas de las tasas de interés.

Mientras la energía se pierde, en otras latitudes se transforma, como podremos evaluar en el reportaje que presentamos sobre automóviles eléctricos. Y es que, si bien la transición de los autos de motor de combustión a eléctricos será lenta (por lo menos en México), su  aceptación por parte de los consumidores se presenta constante y creciente.

Nadie puede dudar de que la tecnología hibrida será la punta de lanza para desarrollar un mercado automotriz que, tan solo en nuestro país, ha crecido caso cinco veces su tamaño desde 2017, gracias a una oferta cada vez más amplia y atractiva. Aunque, dicho sea de paso, requiere de mayores incentivos e infraestructura de recarga a nivel nacional.

Para el desarrollo de este artículo periodístico Alto Nivel contó con la participación exclusiva de tres destacados directivos: Harald Gottsche, presidente y CEO de BMW Group Planta San Luis Potosí; Jorge Vallejo, presidente y CEO de Mitsubishi Motors México, y Marcos Pérez Oyamburu, director de Desarrollo de producto de Ford Motor Company.

Los comentarios emitidos por los directivos de estas grandes firmas internacionales no dejan lugar a duda sobre lo que viene en materia de electrificación. Más bien, pongo freno a este último comentario, pues debería haber dicho: más de lo que ya llegó.

Como si esta edición no estuviera ya rica en energía, podrás encontrar más adelante la entrevista con Vladimiro de la Mora, presidente y director general de GE México, quien, entre otras cosas, nos pone al día sobre cómo va la división de la compañía en tres vertientes: salud, energía y aviación.

Como todos los meses, te deseamos que, a pesar de los aspectos negativos que acucian a nuestras empresas, no pierdas la energía de continuar hacia adelante.

Ulises Navarro Director Editorial

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