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Opinión

Necesidades urgentes y oportunidades de impacto: ¡Es para hoy!

Apremia trabajar más en causas trascendentes como educación, equidad de género, agua, energía renovable, salud y biodiversidad.

Por: Rodrigo Villar Swipe

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Muchas personas se enamoran de la inversión de impacto en cuanto la conocen. Como a primera vista. Les inspira que se pueda ayudar a superar los retos de su entorno y del mundo con soluciones prácticas. En particular en una región como América Latina, como medio para contraponer el emprendimiento a la frustración por la falta de resultados que, en gobiernos y organismos internacionales, suelen suplirse con discursos y planes grandiosos que nunca se concretan. Sin embargo, quienes pasan del enamoramiento a la acción son muchos menos.

Quizá sea que se esperan mejores condiciones; como ahora, hasta que pase la pandemia. Pero los problemas exigen soluciones ya, no hasta que se aplique una vacuna u ocurra el milagro de una gran camada de políticos responsables. Si la inversión de impacto te hace clic, el confinamiento en casa no tendría por qué ser impedimento para arrancar, y menos en la era de la conectividad.


El mejor momento es justo ahora. Hoy existe gran receptividad a proyectos de innovación social y ambiental entre inversionistas, filántropos, corporaciones, organismos internacionales y algunos gobiernos. Lo mismo la Canciller alemana que la banca global hablan de que la recuperación económica debe ser verde, mientras magnates y asociaciones empresariales llaman a una transformación del capitalismo para reconciliarlo con los desafíos de la humanidad, como la pobreza, que se está disparando con el shock de la pandemia.

Hoy, el Secretario General de la ONU pide no usar dinero público para rescatar industrias contaminantes; en cambio, llama a fondear oportunidades de crecimiento coherentes con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Lo mismo la Presidenta del Fondo Monetario Internacional, quien advierte que si no nos gusta la pandemia, menos lo hará el cambio climático. Y no sólo es retórica: el COVID-19, en vez de frenar el crecimiento de las inversiones de impacto y ESG, lo aceleró.


En lo que va del año, se han canalizado más de 19,000 millones de dólares a instrumentos ETF con el perfil de inversión de impacto.


Hemos oído hasta el cansancio cómo grandes empresas nacieron durante recesiones. HP en los años 30; Microsoft en los 70; Airbnb en 2009. Pero es cierto, porque las crisis abren espacios al cambio, sobre todo en la mentalidad. ¡Y hoy está sucediendo otra vez!

Lo que la pandemia está haciendo para acelerar la revolución digital, puede hacerlo también con la revolución de la inversión de impacto y el emprendimiento socioambiental. Más aún, ambos procesos pueden generar sinergias formidables.


Imaginemos todo lo que puede hacer un emprendedor educativo desde casa, ahora que millones de niños y jóvenes se han quedado sin clases y que enfrentamos el peligro de una verdadera tragedia generacional.

Si te apasionan las matemáticas, tal vez puedas crear contenidos educativos complementarios a la enseñanza oficial, que puedan distribuirse vía telefonía celular y fondearse con un esquema híbrido de filantropía y patrocinadores comerciales.


En New Ventures, cuando alguien nos pregunta en qué área de la inversión de impacto es mejor incursionar, solemos decirles que todas cuentan y en todas urgen emprendedores. Un ejercicio: tómate media hora para revisar los 17 ODS y sus metas integradas. Considéralos en función de tu entorno y reflexiona no sólo sobre lo que podría hacerse, sino lo que podrías hacer.

¿Qué causa te mueve más a ti? Y responde como emprendedor, en vez del lamento y la queja. De ahí al plan de negocios, la búsqueda de aliados, asesoría y apoyos. ¡Hoy!

No es suplir a los gobiernos. Puedes trabajar con ellos, al igual que con organizaciones de la sociedad civil y filantrópicas: la clave es generar soluciones viables y con la proactividad de todo proyecto que no sólo puede ser autosostenible, sino rentable.


Hoy vemos iniciativas como una para salvar de la extinción a los elefantes de las selvas lluviosas de África, no sólo por ellos, sino por nosotros mismos. Economistas han valuado en más de 150,000 millones de dólares sus servicios en la captura de carbono. La propuesta es usar fórmulas financieras novedosas, como swaps deuda-naturaleza, que podrían fondear el costo, quizá con operaciones de pago por resultados, y dejar ganancias a los países involucrados, los inversionistas que desplieguen capital y, por supuesto, a los elefantes y el planeta.

¿Y aquí? No puede ser que cuatro de los primeros cinco países megadiversos sean latinoamericanos y hasta ahora empiezan a verse inversiones de impacto a la altura al respecto, por ejemplo, para la conservación del Amazonas, como destaca el recién publicado reporte La inversión de impacto en América Latina. Tendencias 2018-2019 de la Red Aspen de Emprendedores para el Desarrollo (ANDE).


El ecosistema se profesionaliza y diversifica y 83 inversionistas sumaron más de 3, 700 millones de dólares en activos bajo su administración. Sin embargo, seguimos quedando muy cortos ante el enorme potencial y las necesidades acuciantes de la región. Para poner en perspectiva, el mercado global de inversión de impacto pasa de 715,000 millones de dólares. Sobre todo, el capital se concentra en pocos sectores, como agricultura y microfinanzas.

Urge trabajar más en causas tan trascendentes como educación, equidad de género, agua, energía renovable, salud y biodiversidad. Hay muchos frentes en los que hay que actuar. Pero la materia prima son más emprendedores y buenos proyectos.


Desde hace mucho, la idea de que América Latina es la región del futuro ha sido más un comentario de humor negro que un objetivo perseguido con esfuerzos consecuentes y consistentes. Desde nuestras independencias hemos ocupado mucho más tiempo y energía en discutir y pelearnos sobre lo que habría que hacer con nuestros problemas, que en realmente hacer. ¿Qué vas a hacer tú?

 

Rodrigo Villar es Socio fundador de New Ventures México y Adobe Capital.

Puedes contactarlo en Twitter en: @rorrovillar

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