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7 mercados de la Ciudad de México

Tocando dulces, oliendo flores y probando platillos transcurre este recorrido por siete mercados de la Ciudad de México.

Por: LOURDES MERAZ | FOTO: LA MARMOTA AZUL Swipe

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Cuando me preguntaba si quería ir con ella yo le decía que sí porque seguramente regresaría con las manos pegajosas. Siempre me compartía de todos los pequeños pedazos de fruta que nos daban a probar. Siempre nos comíamos entre las dos las cocadas. Siempre volvíamos asoleadas y con alguna maceta que no se había resistido a comprar.

Hoy hace un año que no regresaba al mercado de Jamaica. Otra vez flores, pero esta vez sin tanto sobresalto. Ahora que el duelo va tomando de a poco su lugar, me percato de que los colores parecieran más vivos.

De que la humedad se esparce por todo el piso; de que los olores conviven sin miramientos. Me detengo entonces para recorrerlo como hacía cuando venía con mi abuela que sabía caminarlos sin prisa, que tenía la sonrisa y la plática fáciles.

Ella, que parecía haber heredado
todos los remedios y que
nunca me dejaba comer
la masa cruda para los tamales de arroz;
ella que en cada recorrido
me enseñaba que vale la pena
detenerse para mirar de nuevo.

Creo que esos lugares son donde más puedo reconocerla y que, por más que visite, no les dejaré de encontrar una nueva particularidad.

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• SAN JUAN

Éste es el más pequeño de los que le gustaban, sin embargo, era el que parecía vender los imposibles. “Éste es para los temerarios”, me decía.

huevos de avestruz
hueva de mosco
hormigas chicatanas
carne de venado
búfalo
cocodrilo
león
escamoles
chinicuiles vivos
sal y chile piquín hechos de gusano

Aunque nunca he sido un as para la cocina, tuve la suerte de aprender a comer de todo por las buenas, así que entendía su fascinación.

El mercado de San Juan es un lugar para los atrevidos y los profesionales. Todo lo que entra en la categoría de gourmet tiene lugar aquí: quesos de todos los nombres, flores orgánicas comestibles, legumbres de Asia, embutidos finos, especias para condimentarlo todo…

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Los precios dependen de lo singular del producto. Se pueden comer baguettes o tapas acompañadas de vino tinto y los precios van desde los $150 hasta los $1,800 por una baguette de carne de jabugo (un exclusivo jamón de un cerdo alimentado con bellotas).

Aunque este mercado no era donde compraba el mandado habitual, decía que había que darse gusto para llevarse a la boca algo extraordinario y terminaba comprando algo que nos comíamos de a poco: un queso mascarpone, una mermelada de rosas, un chorizo de Pamplona…

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Cuando se quedaba mucho tiempo detenida mirando o preguntando por algo, me daba por cerrar los ojos, escuchar y oler. “¡Te vas a dar un catorrazo, chamaca!”, me decía.

Hoy, si hago lo mismo, su voz ya no se escucha de entre la de los comerciantes. Hoy, entre las recetas que me dan las doñas para preparar ciertas legumbres, entre los andenes y los olores, siento que de alguna manera la puedo recuperar.

TIP | Además de las carnes exóticas, aquí se pueden encontrar flores orgánicas comestibles en el local 259. Los sábados se exponen los procesos de preparación y se dan pruebas de los platillos.

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• SONORA

Ir al mercado de Sonora era, literalmente, motivo de celebración. Cada cumpleaños, cada víspera de posadas, cada Día de Muertos, cada vez que teníamos que disfrazarnos, íbamos ahí. Todos los enseres de una fiesta son mucho más coloridos y originales.

| De entre todos,
los espacios estelares

de este mercado son
el festivo,
el curativo
y el de la fe. |

Siempre íbamos primero a la zona de los juguetes para dejarla transitar el resto del mercado en paz. Ya que terminaba de ver todo aquel plástico en una gran variedad de tamaños, formas y colores, entonces seguía el anexo de hierbas y plantas.

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La abuela parecía saber siempre
el remedio adecuado
para un mal del cuerpo
y tenía una opción antes de ir al doctor.

Mucho se dice para qué es cada cosa:

boldo
toloache
árnica
tlanchalagua
ajo japonés
cuachalalate

A la fecha no he podido retener en la memoria ni todos los nombres ni todos los beneficios de las hierbas, pero no me dejan de sorprender las formas de las raíces, de ciertas hojas, de los pequeños troncos y su variedad de tonalidades.

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Por otro lado, el misticismo y la fe me siguen intrigando por su variedad de figuras, rostros y materia prima para rituales.

Al parecer la suerte, la salud y el destino pueden torcerse o favorecerse y para todo ello hay material: velas, jabones, ramos, amuletos, collares, instructivos, santos…

Y después de todo eso, teníamos que hacer una pausa para continuar porque en esa zona, el viaje no había terminado.

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• MERCED

Pareciera que los mercados son animales que no dejan de crecer y éste, le sobrevive a sus incendios.

Había una zona que a ella le gustaba en particular;
una que ningún otro tenía
y que hacía que el cansancio valiera la pena:
el anexo amplísimo de artículos para el hogar.

No importa qué tan cargadas estuviéramos,
mi abuela miraba con parsimonia
todos los objetos que pudiera atesorar en su cocina.

Aunque jamás tuvo un restaurante,
no dejaba de admirarse ante los utensilios metálicos
de todas formas y tamaños,
para niveles caseros y comerciales.


Hoy en día esta zona no se queda al margen de la modernidad: las vajillas tienen un diseño interesante así como las herramientas para preparar los alimentos.

Incluso para los que no somos amantes de la cocina, aquí es inevitable detenerse ante la variedad de cucharas, cacerolas, ollas, paletas, pocillos, varillas, etcétera.

Para rematar la faena, dejábamos al final la compra de los dulces. Recuerdo que antes pasábamos por ellos al interior del mercado. Ahora la gran mayoría de los puestos se ubican sobre Circunvalación.

TIP | Lo mejor es ir con un calzado cómodo y mucha paciencia para explorar todo el anexo.

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XOCHIMILCO

Éste es una travesía desde su exterior. A un costado, sobre la calle, se vendían animales en corralitos. Eso sigue sucediendo los fines de semana pero con especies más pequeñas como aves y conejos.

| Se trata además de dos mercados
(el 377 y el 44) separados
por la calle Francisco I. Madero |

La verdura resulta sorprendentemente fresca y es que muchos de los que la venden son los mismos productores que llevan los frutos de esa cosecha que se dio en terrenos cercanos y chinampas.

Mejor, imposible. En el interior, los locales divididos por gremio parecen pequeñas islas en las que hay mucho de todo.

Ejemplo de ello es la larga hilera de tortillerías ubicada frente a otra de puestos de barbacoa.

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Se puede ver claramente la isla
de los cocoles traídos de Milpa Alta o
Amecameca;
la isla de mujeres bien
uniformadas que venden tlacoyos,
tortillas azules y gorditas.

En la nutrida isla de la comida, alrededor de la que parecen girar las demás, mi abue se llevaba siempre unas tripas de pato. El color habita los puestos de manera implacable.

| Desde entonces me es inevitable
pensar que cada local es un
microuniverso hecho a la medida
de una persona que lleva años
ofreciendo su mercancía,
con la que se relaciona
de manera especial |

Dónde comer en este mercado dependerá del gusto del marchante. Hay islas para los antojos febriles de barbacoa y garnachas. Lo mejor será abrir bien los ojos y seguir el olfato.

TIP | La zona donde es más fresca la verdura es en la avenida 16 de Septiembre, ya que los mismos que venden suelen ser los productores de la verdura sembrada y cosechada en las chinampas.

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• NATIVITAS

Era el que más lejos nos quedaba y para el que, por lo mismo, íbamos más preparadas. Desde luego, nos llevaba algún tío que nos hacía disponer de su auto porque al regreso, seguramente llevaríamos un pequeño bosque en el interior del carro. Sin lugar a dudas, las plantas eran la debilidad de mi abuela.

Teníamos un juego.
–¿Y ésas qué son, mija?
–Ésas son señoritas muy delicadas–,
le decía ante las orquídeas
impecablemente cuidadas.

Tan pronto como llegábamos al mercado, era inevitable verle a cada planta una personalidad… y cómo no si ahí el espacio está iluminado de vida.

Además, los nombres de muchas plantas parecen dispuestos para jugar:

siempreviva
pensamiento
hierbabuena
dormidera
rabo de gato
costilla de Adán

Tanto verdor nos ponía contemplativas y de buenas.


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Aquí no tenía la sensación de estar
en un local, sino en muchos casos
de entrar a un sendero.
Hierbas medicinales, plantas de
ornato, arbustos, cactus,
flores en maceta…
qué de cosas no llevamos.

–¿Cómo sabes si son de sol o de sombra, abue? –Fíjate bien cómo están acomodadas en el local porque dependiendo de eso es lo que van a necesitar:

Si están en el sol, pues sol.
Si están en la sombra, pues sombra.

En un costado del mercado, ahí donde nos estacionábamos, siguen vendiendo los abonos. Hasta ahora no había reparado en que la tierra que ahí preparan tiene distintas temperaturas. El coche del que nos llevaba siempre terminaba oliendo un poco a verdor y otro tanto a tierra mojada.

 

• NUEVA VIGA

Recuerdo bien la primera vez ahí. Estaba muy asombrada. Como dictaba la regla de mi abuela, si un mercado era nuevo, primero había que recorrerlo por completo antes de comprar para saber el rango de precios y ver dónde se ubicaba la mejor mercancía.

Empezamos por el andén A,
el de los mayoristas
(que está abierto de 3:00 a 13:00 h;
el resto vende por menudeo
hasta las 17:00 h).

Y ahí estaba… Era un atún y en nada se parecía al pescado dibujado en las latas. Era enorme, de un tono verde azulado y tenía unos picos amarillos como de dinosaurio. Seguramente en el mar había sido muy feroz.


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Ahí descubrí que los filetes que me servían no eran del tamaño del plato… y que los peces que nos comemos, en general, son mucho más grandes de lo que pensamos. Que incluso los hay con el hocico dentado.

Fue la primera vez que vi de cerca un tiburón de cuerpo entero. Lo único que sentía que era pequeño, eran los camarones y eso, sólo algunos. En esa especie, ella era un experta. Decía que el del Pacífico sabe diferente al del Golfo; que éste último sabía más a tierra.

Que el camarón gris era de granja y el rojo de mar. Que había que fijarse en que las cabezas estuvieran bien adheridas al cuerpo para saber si estaba fresco. Que el de río sabía a langosta.

Cuando vimos los charales que tanto le gustaban, no lo creí: eran como cuatro veces más grandes y gordos que los que comíamos con limón.

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Los precios varían dependiendo de la veda de pesca; el internet nos hubiera ahorrado mucho tiempo porque ahora ya se puede saber qué especies serán más frescas (comepesca.com).

Hay que detenerse en las cocinas. Yo, además de mi mojarra al mojo de ajo que siempre nos comíamos juntas, me eché una cerveza fría a su salud.

TIP | Lleva calcetas gruesas y botas de lluvia. El ambiente es muy húmedo y después de un rato se resiente la baja temperatura del piso, debido a la cantidad de hielo que hay en el lugar.

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• JAMAICA

Como ella era una mujer de rituales, primero había que ir al andén que está sobre Congreso de la Unión.

“Éste es para abrir
el apetito de los ojos”,
me decía.

Recuerdo que los arreglos florales me parecían enormes. Casi un centenar de rosas rojas podían estar reunidas en un solo arreglo. O yo era muy pequeña o de verdad eran tan grandes que mi estatura apenas los rebasaba.

Cuánto no se entusiasmaría con la cantidad de cosas que hay ahora en el andén que está sobre Guillermo Prieto:

arreglos de diseño
flores exóticas insertadas en troncos
agua iluminada
que se mueve gracias a la electricidad
rosas naturales traídas de Colombia
que duran frescas hasta diez años…

Para comer, los huaraches de costilla del mercado de Jamaica son especialmente famosos. Se venden en un anexo del mercado sobre Guillermo Prieto casi esquina con Congreso de la Unión.


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Después de que se nos llenaban los ojos,
íbamos por el mandado.

Siempre elegía la verdura pequeña. Decía que era la que tenía más nutrientes por ser criolla.

 |“Se les ve el cariño de la siembra”, decía |

A mí me gustaba que procurara comprar lo pequeño porque sentía que me cabía en las manos. Lo demás: los arreglos, los puestos, los carritos que vendían comida o, incluso ropa interior, me parecían enormes.

Ella también. Aunque se le fue empequeñeciendo el cuerpo con los años, ella siempre me pareció enorme.

TIP | El mercado está abierto las 24 horas, pero el estacionamiento que está sobre Congreso de la Unión se cierra después de las 23:00 h


| LA MARMOTA AZUL SON
LILIANA VELÁZQUEZ Y
GERARDO CASTILLO

 

Son un par de fotógrafos independientes con ganas de ir a donde apunte el huarache, salir a la calle y gozar de pequeños y grandes momentos, de conocer gente, paisajes, climas, comidas.

IG: @al_lado_del_camino
www.lamarmotaazul.com

| LOURDES MERAZ

Autora del proyecto
@SritaKamikaze y
del Gimnasio Ortográfico.

Por todas partes
y en cualquier objeto
busca historias.
También ayuda a otros
a poder contarlas.

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