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Lunas de Miel

Capadocia siempre será una buena idea

Los lunamieleros están buscando lugares que le roben el aliento. Justo eso nos pasó en Turquía, especialmente en Capadocia. Queremos contarte por qué y todo lo que debes hacer para tener el mejor viaje de tu vida.

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Después de pasar unos días fantásticos en Estambul (ciudad de la cual hablaremos en nuestra próxima edición) volamos a Ankara, capital de Turquía. Desde ahí, y después de maravillarnos con sus encantos (que también abordaremos más adelante) tomamos carretera a Capadocia. ¡Sí, estábamos muy emocionados! Las expectativas fueron (muy) superadas.


Nuestro guía de Megatravel nos explicaba, durante nuestro recorrido, las joyas de Capadocia. Su ubicación es estratégica, ¡justo al centro del país! Hay muchas razones para que sea un sitio especial. Les aseguro que no se parece a nada que hayan visto antes.

La ciudad (y sus alrededores) está repleta de formas caprichosas. Hace muchos años, después de erupciones volcánicas, su terreno quedó irregular y sorprendente. El clima y los años han hecho su trabajo. ¡Y el hombre también!


Nuestra primera casa, por tres noches, fue uno de los lugares más emblemáticos de toda la región.

Gamirasu Cave Hotel nos recibió con un muy buen vino turco, la chimenea encendida y el encanto de su gente que se esmera por hacer de la estancia memorable -y sí, eso incluye al dueño de la propiedad que está en primera fila con una sonrisa-.

Gran parte del hotel está alojado en las formaciones rocosas de antaño, así que ya podrán imaginarse qué belleza tan inigualable.

Nuestra llegada coincidió con la puesta de sol, así que no dudamos en subir a la terraza para disfrutarla mientras, a lo lejos, se escuchaba el llamado al rezo. ¡Mágico!


Los desayunos en el Gamirasu Cave Hotel son inolvidables. Los turcos suelen servir la mesa con una extensa -y exquisita- variedad de quesos, frutas, semillas y panes.

Estábamos ansiosos de descubrir Capadocia así que, muy a nuestro pesar, dejamos nuestro hotel por unas horas para explorar el terreno.

Había nevado unos días antes, por lo que el paisaje cobró mayor encanto.


A Capadocia es complicado describirla con palabras. ¡Desde el primer minuto acepté que robó mi elocuencia!

Visitamos Kaymakli, la ciudad subterránea. Aunque el recorrido se hace en poco menos de una hora, es importante decir que los claustrofóbicos no tienen en ella su parada favorita. Hay pasillos estrechos, bajos y largos. ¡Pero bien vale la pena!

Su función principal era proteger a los habitantes en caso de invasión y luego, resultó ser el espacio perfecto para almacenar víveres.

 


Más tarde, visitamos Urgup Naturel Kuruyemis, una de las tiendas de dulces y semillas de Capadocia. ¡Tienen que comprar para llevar! Además de ser un excelente regalo, alborotarán sus papilas gustativas. Las nueves, almendras, cacahuates y pepitas de calabaza estarán saliendo del horno. Querrán devorarlas todas. Es buena oportunidad para comprar el famoso turkish delight, el más famoso de Turquía. También café y té. Pidan que les empaquen sus compras al alto vacío y todo llegará en perfecto estado a casa.

 


Al otro día subimos a lo más alto de Capadocia (esperando que a la siguiente mañana el clima fuera favorable como para volar en globo, una de las cosas que han hecho muy famoso a este rincón del mundo). Mientras podíamos gozar de la zona desde el aire, nos deleitamos con la vista que ofrece Lavanta Panorama Cofee.

El lugar, totalmente al aire libre, nos dejó perplejos. Tiene spots muy bien pensados para arrasar con las fotos (qué bueno que ya no necesitamos rollos, ¡no alcanzarían!).

Un gran cartel de Capadocia, un columpio, mesitas para dos, un gran árbol repleto de ojos turcos colgando y la vista en sí, son algunas de las tomas obligadas.


Otra vista que nos cautivó fue la del Valle de los Cazadores, desde donde se aprecian las formaciones rocosas conocidas como chimeneas de hadas. ¡No se las pueden perder!

Las formaciones rocosas, que el tiempo se ha encargado de convertir en formas tan peculiares, son muy fotogénicas e impresionantes.

 


Nuestro segundo hogar en Capadocia fue el impresionante Museum Hotel, multipremiado, encantador y muy exclusivo.

Atesora piezas históricas (incluso en las habitaciones). ¡Un deleite!

 


Por sus jardines caminan flamantes pavos reales, su comida es fantástica, tiene su propio vino y la vista, ¡esa vista es inolvidable!

 


Dediquen una mañana al Valle de los Monjes. Su visita implica una caminata bajo el sol entre elevaciones (no se requiere una preparación física especial, pero mientras menos sol, mejor).

Pasabag fue un lugar de culto religioso y ahora ofrece la oportunidad de admirar muy de cerca las famosas chimeneas de hadas.


Un infaltable en Capadocia es el vuelo en globos. El clima no nos permitió disfrutar esa experiencia pero lo veo por el lado bueno: he de volver.

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